jueves, 9 de diciembre de 2010

B.E.R.J. Parte 1

Caminaba por el pasillo cuando Mercedes me pidió que dejara unos papeles encima de su mesa, así que me encaminé a ello. Pero enseguida me arrepentí de haber accedido.
Nada más abrir la puerta, vi a Elisa haciendo el amor con un chico encima de la mesa. Y cerré de golpe pidiendo perdón.
Pero un instante después volví a abrirla. No podía ser él. Tenía que estar equivocada. Pero no lo estaba, era él.
Se me cayeron los papeles al suelo en cuanto nuestros ojos se encontraron. Y la miré a ella, mi mejor amiga. Y luego a él, mi novio. Y volví a cerrar la puerta, esta vez sin decir nada.
Salí corriendo hacia las escaleras mientras les insultaba en silencio en diez idiomas distintos. Pero iba tan metida en mis pensamientos que me choqué con alguien: Jaime.
-Ay, perdón.
-Rocío, ¿estás bien?
-Pues...
Me detuve. Alguien bajaba deprisa por las escaleras.
-Jaime, ahora tengo un poco de prisa, perdona.
Y volví a alejarme corriendo mientras Borja, que sólo llevaba puestos los pantalones, chocaba de la misma forma que había hecho yo.
-Joder, Borja, tío, ¿qué os pasa hoy a todos?- preguntó Jaime, riendo un poco.
-Ah, Jaime... Oye, ¿has visto a Rocío?
-Pues sí, y parecía nerviosa. En realidad...
-¿Dónde ha ido?- le cortó Borja.
-Eh... Se ha ido por allí.- dijo mientras señalaba hacia su izquierda.
-Vale, ¡gracias!- Y salió corriendo detrás de mí mientras se ponía la camisa de mala forma.
Mientras tanto, yo ya había llegado hasta el ascensorde la galería pequeña.


Elisa fue la siguiente en encontrarse con Jaime.
-¡Jaime! ¿Has visto a Rocío o a Borja?
Él, que se quedó mirando descaradamente la minifalda descolocada y el escote de su blusa mal cerrado, lo comprendió todo al instante. Y se le quitaron de golpe las ganas de sonreír.
-No, vengo de la biblioteca, y no he visto a nadie.- Hizo especial énfasis en la última palabra.
-Mierda... Bueno, gracias.- Se fue deprisa por el lado contrario a la vez que se arreglaba un poco el pelo y se colocaba la ropa.


Jaime corrió en mi busca, y me encontró en la clase, recogiendo mis cosas.
-¡Rocío! Estás aquí. Escucha, he... He visto a Borja, y luego a Elisa, y... Lo siento, de verdad.
-No importa.- Quería salir de allí cuanto antes, así que no podía perder un solo minuto hablando y seguí guardándolo todo.
-Supongo que recoges porque te vas... -asentí con la cabeza.- Bien. Voy a ayudarte a salir de aquí, y también a librarte de estos dos, si lo que no quieres es cruzarte con ellos.
Aquellas palabras me cogieron de improvisto. Pero lo hizo todavía más el hecho de que me abrazara. No me lo esperaba, pero se lo devolví.
-¿En serio? ¿Me cubres las espaldas mientras salimos del colegio?
-Claro.
-Gracias, Jaime. -Dejé escapar un suspiro- Pues vámonos.


Fuimos hasta las escaleras centrales y bajamos hasta la primera planta. Abrimos la puerta que conectaba con el pasillo y Jaime asomó la cabeza, mirando de derecha a izquierda por si había alguien. Y la primera parte no fue mal, conseguimos llegar a la galería. Pero no llegamos ni a la mitad, porque Elisa apareció por detrás. Así que nos metimos en el baño de las niñas.
-Espero que no le entren ganas de hacer pis...-Lo dijo sonriendo, intntando darle la nota de humor al asunto.
-Venga ya... No hables, que nos podría oír...
Una vez se hubo marchado, pudimos llegar a la portería. Pero entonces apareció Borja y tuvimos que escondernos. Nos metimos en el despacho del director.
-Voy a salir a distraerle.
En ese momento vi al director.
-No, espera.
El director me daba clase de gemología y me llevaba bastante bien con él, así que no me importó pedirle aquel favor.
-¡Cristian! -Susurré- ¡Cristian! ¿Puedes hacerme un favor? ¿Puedes distraer a Borja un momento? Te prometo que te lo explicaré todo después. Por favor...
-Rocío, ¿qué estáis haciendo ahí? -Sacudió la cabeza- Tengo cosas muy importantes que hacer...
-Por favor, Cristian, sólo será un momento.
-De acuerdo, pero que sea rápido.
-Gracias, Cristian, de verdad.
Así que, mientras Cristian le pedía a Borja que le acompañara un momento, conseguimos salir del colegio.

Pero Elisa estaba en la puerta. Ella sabía que quería irme de allí.
Jaime se puso tenso.
-Creo que la estoy cogiendo cariño... -dijo irónicamente.
-Yo se lo estoy perdiendo. -Me acerqué como una bala a la puerta con la esperanza de que Elisa se limitara a pedir perdón con la mirada.
Pero no lo hizo.
-Rocío, déjame que te lo explique. No es lo que parece...
-¡CÁLLATE! ¡No me interesa nada de lo que me digas, no me importa lo más mínimo! Has perdido todo el respeto que te tenía, Elisa. Ahora sé con certeza qué clase de persona eres. No quiero volver a saber nada más de ti. Así que déjame en paz.
Jaime me cogió de la mano y nos alejamos de allí.
Como un pájaro enjaulado que no puede salir.
Como un perro atado a un poste y que no puede huir.
Como una mariposa herida que no puede volar.
Como una liebre atrapada que no puede escapar.
Como un avión al que se le ha roto un motor y no puede despegar.
Como una planta tapada que no puede respirar.
En definitiva, como un callejón sin salida...

Y es que necesito salir, necesito escapar. Me siento atrapada, y eso me agobia.
Déjame huir. Déjame ser libre por fin. Y prometo que aprovecharé hasta el último minuto, que me serviré de todos mis alientos para ser feliz y cumplir con mi parte del trato.
Que no estoy hecha para estar encerrada, que encerrada u oprimida no valgo nada.

domingo, 21 de noviembre de 2010




Everything will be okay in the end.

If it's not okay, it's not the end.

"Life's too awesome to waste your time thinking about someone who doesn't treat you right."
Jack Bassam Barakat

viernes, 22 de octubre de 2010

Random

How to have a lovely day

01. Have a cup of tea
02. Wear something that makes you feel good
03. Say "please" and "thank you"
04. Tell somebody you love them
05. Eat dessert first
06. Watch the sunrise or the sunset
07. Smile (a lot!)
08. Read a book
09. Cook or bake for someone else
10. Watch a good film
11. Listen to your favorite music
12. Wish others a lovely day

viernes, 8 de octubre de 2010

I can breathe even thought you're not here, and you too.

Y aquí estás, caminando bajo la lluvia, pisando charcos, sintiendo cómo el agua moja la puntera de tus botas. Hace tanto frío que casi no sientes los dedos de los pies. Fue una suerte encontrar ese par de guantes de lana en aquel cajón.
Y se está levantando aún más viento, pero no importa, te encuentras bien tal y como estás. No importa que haga mucho frío, o que cuando llegues a casa tengas que ponerte quince minutos seguidos frente a la chimenea para calentarte las manos.
Ya casi has llegado al final de la calle, a aquella esquina.

Aquella esquina en la que tropezaste con tus propios pies delante de el.
Aquella esquina en la que creíste haberte roto tus vaqueros favoritos cuando te enganchaste con la valla.
Aquella esquina donde se te acercó aquel perro corriendo, aquel que resultó ser suyo. Aquel gracias al que te atreviste a hablarle por primera vez. Aquel del que te hiciste tan amiga aquella mañana que solía salir detrás de ti para saludarte, y que a continuación llegaba él a buscarlo.
Aquella esquina donde descubristeis que teníais muchas cosas en común.
Aquella esquina donde te invitó a su casa por primera vez.
Aquella esquina donde te regaló el primer beso.
Aquella esquina donde solíais quedar para ir juntos al bosque.
Aquella esquina donde le confesaste cuál era tu lugar preferido en todo el universo.


Y es increíble que todo eso forme ya parte del pasado. De un pasado que parece incluso demasiado lejano. Sobre todo cuando nada de lo que decís ninguno de los dos es verdad. Aseguráis haber pasado página, decís tener claro que ahora sonreír os parece la cosa más fácil del mundo. Cuando nadie mejor que vosotros sabe que nada de eso es cierto. No habéis pasado página. No podéis hacer otra cosa que pensar en todo lo que ocurrió, en cómo se precipitaron las cosas, en lo tontos que fuisteis al no ser sinceros el uno con el otro y deciros lo que rondaba por vuestras cabezas. Por no decir que la última vez que sonreísteis de verdad fue la última vez que os dedicasteis un momento a solas. Que no habéis podido dejar escapar una sonrisa sincera desde entonces.
Pero lo cierto es que es más fácil sonreír, fingiendo que no os pasa nada y que sois felices. Aunque no consigáis terminar de entender qué os ha dicho vuestras respectivas madres si la preguntáis qué hay para comer. O mantener una conversación de duración superior a cinco minutos.

Pero nada de eso importa ahora. Hay que volver a casa, el paraguas no aguanta más gotas encima. Y como pises un solo charco más, será como si tuvieras los pies metidos en un par de lagunas.

jueves, 7 de octubre de 2010

Time runs like if it was flying across the universe

Ésta eres tú. Distinta al resto, quizás. Eso depende de qué ojos te miren. Pero la verdad es que te es totalmente indiferente lo que puedan pensar de ti. Sabes muy bien cómo eres, sabes muy bien qué eres. Sabes perfectamente qué quieres. Y ahora mismo no podrías estar en un lugar mejor, ni encontrarte mejor de lo que estás ahora. Y es que te gusta todo tal y como está. Sin cambios, sin modificaciones. Es mejor dejarlo todo así, tal cual.



Así que deja de preocuparte por todas esas cosas, no les des tanta importancia, porque de importantes no tienen nada.
Vive tu vida, olvídate de todo lo demás.
Disfruta, sonríe.
Y ve a por todas, 'cause you're not alone.

miércoles, 6 de octubre de 2010

martes, 21 de septiembre de 2010

We've only one time to make this better.

Qué difícil es desahogarse. Quitarse el nudo de la garganta cuando aprieta. Supongo que será algo así como cuando estás en el agua y te falta el aire. Nunca me ha pasado, la verdad.
Pero es increíble lo a gusto que te quedas cuando sueltas lo que llevas dentro. Ha estado rondándote en la cabeza semanas, pero no conseguías escapar. Parece que a los agobios les gusta engancharse a tu cuello cuando te pillan desprevenido para no soltarse nunca más. No, hasta que consigues deshacerte de ellos.
Es una situación algo parecida al domar un caballo salvaje en un establo: tú estás en el centro del círculo, y el caballo da vueltas y vueltas mientras corre en torno a ti. O como cuando el colesterol se acumula en las arterias, que no deja pasar a la sangre. Tal vez también se pueda comparar con la absurda manía que se suele tener al venir de un viaje y dejar la maleta en medio, con la que más tarde te tropezarás o le darás una patada con el dedo meñique. Y es posible que sea una situación semejante a los recreos en el colegio de un día de invierno, cuando todos los alumnos se sientan en el suelo y estiran las piernas, impidiendo así el paso en el pasillo, obligando a profesores y alumnos a saltar por encima o sorteando piernas para pasar, haciendo retroceder a las personas que aparecen por las escaleras de la izquierda y se encuentran con una fila de jóvenes más larga que la que se monta en cualquier concierto.
Sí. Todas esas situaciones se asemejan a la primera. Es algo que obstruye el paso, que molesta, y que hasta que no te lo quitas de encima no te sientes profundamente bien.
Desprenderse del agobio es encontrar una vía de escape para volver a respirar. Es devolver un pez al agua justo antes de que muera. Es regalar una sonrisa.
Y ayudar a que otro se desahogue es brindarle la oportunidad de encontrar otro rayito de sol, otro destello de esperanza para tocar el cielo, es darle un empujón para conseguir que eche a volar. Es regalar felicidad a los demás.

sábado, 4 de septiembre de 2010

Have you ever loved somebody so much?

No sé cómo ocurrió, sólo sé que ella estaba allí.
Junto al límite del acantilado, mirando al mar y la puesta de sol, apoyando sus brazos en la barandilla. A su derecha, los niños jugaban en el pequeño parque infantil. A su izquierda, las interminables vistas de la ciudad al borde del mar.
Se había puesto su vestido favorito, tal y como dijo que haría. El sombrero de paja le cubría la mitad de la cabeza, aunque su larga melena dejaba al descubierto los hombros. A su lado había una chaqueta vaquera colgada de la barandilla, ya que por aquellos días ya comenzaba a hacer fresco a últimas horas de la tarde.
Yo observaba la escena con cautela, desde la distancia. Me había puesto la capucha y las gafas de sol a fin de no ser descubierta.
Y en ese momento, le vi llegar. Llevaba los vaqueros negros y la camisa de rayas que prometió ponerse.
En el mismo momento en que él puso un pie sobre el césped, ella se dio la vuelta, lentamente. Y se les escapó una sonrisa a cada uno.
Se limitaron a coger sus cosas y marcharse de allí.
Y yo me quedé en aquel lugar hasta que anocheció. Les ví irse, agarrados de la mano, sonriendo. Eran felices. Por fin. Ahora ya todo estaba bien de nuevo.

martes, 10 de agosto de 2010

Viernes por la noche.
Ya no queda nadie, todos se fueron hace rato. Solo queda ella. ¿Qué fue aquello que dijo? Oh, sí. ''No importa, ya todo ha acabado''. Ojalá tenga razón, ojalá todo vuelva a la realidad, tal y como la aseguran.
Comienza a caminar sin rumbo por la orilla, alejándose de la multitud del paseo. Quiere estar sola, no quiere hablar con nadie; necesita pensar. Y es lo que hace. Se deja llevar por sus pensamientos, sin prestar atención hacia dónde se dirige.
Y ahora, sin saber cómo, tiene las piernas caladas. Está en la orilla del mar, descalza, disfrutando de las olas en sus pies y la arena entre sus dedos.
La marea se la lleva hacia dentro. Ya se ha mojado las rodillas, y el pantalón pesa cada vez más. Antes de ser llevada hacia delante un poco más, intenta salir del agua. Tiene que hacerlo cuanto antes, o se la llevará la corriente.
Consigue esquivar algunas algas, pero ha pisado alguna que otra concha sin querer. Se limpia los pies y se pone de nuevo las sandalias.
Es hora de volver a casa.

It's shining on my destiny

Cuando la noche se traga al mar en una batalla que no parece terminar... La luna luchando contra el sol, el día con una herida mortal en apariencia, la noche disfrutando de su victoria... ¡Qué largo atardecer!

viernes, 16 de abril de 2010

Sufrimiento transparente.

Engañarse a sí mismo es lo peor que uno puede hacer.
Cuando estás esperando pacientemente a que pase algo y ese algo no ocurre, el subconsciente toma cartas en el asunto. Y empiezas a imaginarte cómo sería y cómo podría pasar ese algo. Te haces ilusiones al respecto. Ves un posible futuro desde un presente en el que estás atrapado.
Porque la imaginación es la única vía de escape de la realidad martirizante del día a día. Pero también es el arma más poderosa que tienes en tus manos, ya que con que te dejes llevar un momento y te creas que lo que ves es cierto, aun no siéndolo, caes en la tentación de seguir hurgando en las entrañas de tu mente, ansioso por saber cómo será lo siguiente; caes en un pozo que parece no tener fin, te ahogas en un mar de ilusiones falsas de las que es muy difícil escapar.
En todas las cosas, pero muchísimo más en el amor, la imaginación traspasa los límites de la realidad.

Y es que cuando intentas convencerte a tí mismo de que ese algo podría pasar, y podría pasar de una manera en concreto, puedes recibir tal punzada en el corazón que te dañe de tal forma que la herida no cicatrice.
Y cuando llevas ya un repertorio largo de cicatrices que no sanan ni sanarán, te das cuenta de que no todo sirve para ser feliz. Caes en la cuenta de que hay muchos modos de sufrir, aunque no participe nadie ajeno. El daño te lo has hecho tú solo. Y el daño ya está hecho.
Así que basta ya de punzones, basta ya de agujas afiladas con la punta bañada en sangre, adiós a las espadas clavadas con una malicia impresionantemente inocente. Vale ya de sufrir tontamente. Que los disgustos sin un motivo con una fuerza aparentemente poderosa como para hacerte pasarlo mal, no sirven para nada.
Mañana será un día nuevo. Acaba bien el hoy.

domingo, 28 de marzo de 2010

Mean to live.

Déjame vivir. Deja que escape de esta sensación. Me siento cual pajarillo enjaulado. Ábreme la verja, y deja que salga. Permíteme conocer a otros pajarillos como yo, unos que me enseñen cómo es el mundo que me rodea. Porque desde que se me enganchó la patita en aquel barrote, no he vuelto a ver un haz de luz del Señor Sol.

You're not sorry

¿Acaso no te das cuenta? Sólo soy un peón en mitad de un juego. Soy una muñeca que ni siente ni padece. Soy una marioneta que tú mueves a tu antojo. Pero no estoy hecha de paja, no. Tengo sentimientos. No juegues conmigo, podría romperme. Llegué al mundo con un cartel bajo el brazo en el que sólo ponía 'frágil'. A los niños les prohibían acercarse a aquella caja. No les dejaban mirar. No podían tocar. Les impusieron unas normas a cerca de esa caja. Unas normas que tú te saltas con facilidad. Y cada vez que esas normas son incumplidas, una fibra de mi interior se estremece hasta la muerte.

miércoles, 24 de marzo de 2010

La calle estaba fría y oscura. Las farolas comenzaban a apagarse. La nieve dejaba sentir el frescor de la mañana. Los columpios chirriaban cuando el viento los movía. El sol luchaba por dejarse ver entre los huecos que dejaban el horizonte y las nubes, más bien pocos. A altas horas de la madrugada reinaba la soledad. En el suelo estaban esparcidos montones y montones de botellas y latas vacías o rotas. Todos los bares habían cerrado ya. Hacía un buen rato que sus amigos se habían marchado. Todos, excepto ella. Ya no quedaban parejas dormidas abrazadas en los bancos. Ya no había más borrachos vagabundeando por las calles. Estaba sola.

Tocar fondo

Cansada de buscar respuestas donde no las hay. Cansada de correr detrás de una verdad que no alcanzaré. Cansada de intentar aparentar lo que no es. Cansada de fingir sonrisas cuando ni si quiera hay ganas de hacerlo. Cansada de romper momentos de silencio con suspiros. Cansada de buscar la claridad en pozos profundos. Cansada de nadar a contracorriente. Cansada de volar a ningún lugar concreto. Cansada de tropezar con las mismas piedras constantemente. Cansada de no ser escuchada. Cansada de arrastrarme por consguir sonrisas ajenas a costa de las propias. Cansada. Simplemente cansada.
De lo unico de lo que tengo ganas es de volver a ser la de siempre, y sonreír. Ganas de mirarme a un espejo y reconocerme en el reflejo. Ganas de pegar un salto y tocar con mis manos el cielo. Ganas de flotar entre las nubes. Ganas de bucear en las entrañas de la felicidad. Ganas de ser yo misma otra vez.
Ganas de abrazarme y sentir lo que es vivir.

viernes, 12 de marzo de 2010

Porque las cosas ocurren cuando menos te lo esperas.

¿Quién te dijo que nunca pasaría?
¿Quién te llevó a pensar que jamás sucedería?
¿Quién tuvo el valor de apagar tus ilusiones?
No busques respuestas donde no las vas a encontrar. No te preguntes por qué son así las cosas. Si algo pasa, es porque ha tenido que pasar. Asúmelo, afróntalo, acéptalo, plántale cara, convéncete a tí misma de que no hay remedio... Niégale la existencia a la mentira.
Toma una decisión. Toma la decisión equívoca, mete la pata, comete un error. Y luego rectifica.
Sé rápida y constante, sigilosa y sin miedos.
Da un chasquido con los dedos y actúa. No te lo pienses dos veces, sólo actúa.
Las comeduras de coco sólo sirven para pasar un mal rato. Olvídalas. Piérdelas. Escóndelas, y después no recuerdes dónde las dejaste.
Coje el tren que se acerca por aquella vía. ¿Lo oyes? Te llama. Súbete a él. Sólo déjate llevar.
Haz algo porque tú quieres hacerlo, y no porque alguien te ha recomendado que lo hagas.
Sonríele a la vida incluso cuando no lo haga ella. Ríe. Crea un coro de risas de gente a tu alrededor. Un paraíso. Un mundo en el que la felicidad no tenga límites. Corona a todos sus miembros con la alegría que llevas dentro. Cántale al horizonte que has encontrado tu sitio.
Sé feliz.
Siempre.



It's your turn to live the life.

martes, 23 de febrero de 2010

Memories that fade like photographs

Acabo de terminar de hacer los deberes. Ya está. Qué suplicio. Estoy deseando acabar ya con los logaritmos y empezar con la trigonometría. Eso sí que es entretenido, no como esto, que son todos iguales.
Cierro los libros y me tumbo en la cama. No llevo ni cinco minutos mirando las estrellas del techo cuando oigo que alguien sube por el ascnsor. Y repentinamente después, entra mi padre por la puerta.
-¡Ya estoy en casa!
Deja las llaves sobre la encimera y se quita la chaqueta. Voy a la cocina a saludarle.
-Hola, papá.
-Hola, pequeña. ¿Qué tal el día?
Se acerca sonriendo y me da un beso en la mejilla.
-Bien, aunque estoy cansada. Hoy teníamos examen de la prueba de resistencia: hemos corrido curante veinticinco minutos seguidos. No podíamos paranos, o nos llevaríamos un cero. ¿Tú qué tal?
-Bien también, cansado. Ya sabes, ha sido un día largo.
Se mete en el baño. Yo vuelvo a mi habitación y pongo música mientras me voy poniendo l pijama. "Why is love so hard to find?".
Después oigo que mi padre sale del baño y va a su habitación, a ver un rato la tele.
Dejo el ipod encima de la cama y voy a hacerle compañía. Me apoyo en el marco de la puerta.
-¿Sabes? Yo también he tenido un día agotador. Creo que me voy a ir a la cama dentro de poco.
-¿Tan pronto? Ni si quiera son las diez...
-Lo sé. Pero me está entrando dolor de cabeza.
Me acerco con intención de darle las buenas noches, pero me coge del brazo y me obliga a sentarme a su lado.
-Venga, Julia. Llevo catorce años cuidando de tí. No me digas que no te pasa nada a parte de eso.
Le miro con desaprobación. No me gusta ese tipo de acusaciones. Nunca me han gustado.
Él lo nota y me abraza con cariño.
-Cielo, no me gusta verte con esa cara tan larga. Eso es todo.
-Lo sé, papá. Hoy hemos estado hablando de la eternidad en clase de lengua. He maldecido delante de todos que no podamos ser seres eternos. Se me ha escapado... ha sido sin querer.
-Ya veo...
-Echo de menos a mamá.
Entonces suspira, y empieza a acunarme entre sus brazos. No es la primera vez que pronuncio esas palabras. Y él sabe cómo afrontarlas.
-Cariño, las cosas no pasan así porque sí. Todo tiene un trasfondo.
-Lo sé, pero no alcanzo a comprender por qué le tuvo que pasar a ella, precisamente a ella.
-Bueno, quizá, si ella no hubiera cruzado la calle en ese momento, lo habría hecho otra persona. Quizá mamá salvó a un niño pequeño de aquel final.
-No me gusta mi cuento. No tiene un final feliz.
-No todos los cuentos tienen finales felices, cielo. Pero éste no es el final, es sólo el principio.
Le miro. Me está sonriendo. Intenta levantarme el ánimo.
-Bueno, me voy a la cama. Tengo sueño.
-Claro, pequeña.
Le doy un beso en la mejilla y doy media vuelta.
Pero me giro antes de llegar a mi habitación.
-Papá...
-¿Sí?
-¿Podrías arroparme tal y como lo hacía ella cuando éramos pequeños Jaime y yo?
Ante esa petición, me sonríe con ternura y se me acerca.
-Por supuesto, princesa.
Y entonces me acompaña a la cama, espera a que me meta dentro y luego me arropa, tal y como se lo he pedido, tal y como lo hacía mamá.
Incluso repite las mismas palabras con que se despedía mamá.
-Buenas noches, Julia. Que descanses. Sueña con los angelitos.
Y a continuación se marcha casi riendo, tal y como lo hacía mamá.
Papá es increíble. Mamá también lo era.

domingo, 14 de febrero de 2010

Ser fuertes para tomar las decisiones correctas


Lo mejor de formar parte de un mundo friki es tener la libertad de escapar de él y salir corriendo cuando te apetezca.
Por eso es tan importante no atarse. Ni a esto, ni a nada. Porque si te atas, acabarás necesitándolo, se convertirá en una adicción, y ninguna adicción es buena.
Teniendo valor para mantener el espíritu libre, luchando por salvar tu parte más sensata, ahogando los temores, teniendo fé en tí mismo, pensando que no hay nada contra lo que no puedas atacar, sacando a la luz tu valentía.
No te rindas jamás. Lucha por lo que crees justo. Lucha por salvar tu verdad. Sigue adelante. Que no te acojan los prejuicios. Tú puedes. Sé que puedes.

Abre los ojos.

Despierta. El mundo te reclama. No le des la espalda, te está esperando: te espera con los brazos abiertos.
Te necesita. Ve y pon tu miguita. Porque sólo será posible avanzar con tu ayuda. Y crearemos otro peldaño más en esta escalera de injusticia, y juntos caminaremos por ella, la recorreremos de principio a fin, llegaremos al límite de la misma.
Dame tu mano y compartamos un camino hacia la verdad, hacia la justicia, alejándonos de la oscuridad cegadora de la falsedad, dejando atrás las mentiras y el dolor que causa el engaño.
Deshagámonos de las malas hierbas que interrumpen el paseo, no sirven para nada, sólo estorban.
Apartámoslas y sigamos adelante, firmes, decididos, sin dudas, seguros de nosotros mismos.

Océana no hay más que una.


Me gusta salir a la terraza del salón, y apoyarme en la barandilla a mirar, simplemente, observar.

Bajo mis pies, la extensa parte de atrás del jardín.

Levanto la mirada, y mis ojos se topan con un paisaje digno de ver, un mar de árboles, frondoso.

En un tercer plano, la Estación. Pequeña de lejos. Enorme de cerca.

Y sobre sus hombros se deja ver el horizonte. Cual manta calentita en un día frío de invierno. Cual madre protectora con sus hijos.

Y todavía más allá... el sol.