jueves, 8 de diciembre de 2011

07/12/09, a las 00:42.

"Que sí, que después de todo túnel oscuro llega la luz, pero es una luz sin brillo, llena de motas de polvo que la hacen opaca".

Regresiones durante una madrugada

-¿Quién te ha llamado rara?
-Nadie. Yo me veo así a los ojos de los demás... ¿Sabes aquello de ponerte en el lugar del otro y mirarte a ti mismo desde allí? A eso me dedico yo. Y cuando me percato de la forma en que me comporto con los demás y de mis palabras, y tal... En fin.

martes, 15 de noviembre de 2011

Cómplices de la noche, 1

Esto os va a gustar: este texto lleva escrito desde el 20 de Diciembre del 2010 a las 18:31 de la tarde. Tengo la mala costumbre de apuntar la fecha y la hora en que escribo...

Soy una fiel seguidora de Sherrilyn Kenyon y sus amigos los daimons (demonios). Ahí va la explicación a mi ida de olla. Espero que el texto se entienda... Y sí, soy una friki de los inmortales. ¡Sorpresa!


-Venga, aquí no hay nadie que sea virgen.
Katie le miró mal, y bajó la cabeza.
Se produjo un silencio inesperado. Acababa de meter la pata hasta el fondo. Todos comenzaron a mirarse entre ellos, hasta que Jared comprendió lo que intentaban decirle.
-No puede ser... ¿De verdad no has...?
Isabel se puso roja a la vez que hablaban sus ojos con una inocencia infinita.
-¿Nunca has...? ¿No?
-Anda, vámonos –Katie le cogió del brazo y tiró de él para irse. Pero John les detuvo.
-¿Estás loca? Ahí fuera hay cinco tíos esperando a que salgas para matarte.
Estaba claro que no estaban al tanto de la naturaleza de Katie.
-¿Debería ser eso un obstáculo?
Tras lanzar una mirada de indiferencia, salió por la puerta del despacho y se encaminó hacia la salida del hospital abandonado. Y era cierto. Sentía la presencia de cinco daimons, pero sólo veía a Bill.
-Vaya, vaya. Pero si ha venido mi rubita preferida...
-Sí. A matarte de una vez por todas. Te está permitido gritar como una nena.
Dicho esto, dos de los súbditos de Bill se abalanzaron sobre ella por detrás, pero respondió con una patada giratoria y un codazo en la cara. Sacó la daga de la bota y la lanzó directa al corazón del tercer daimon. Los dos primeros volvieron a atacarla. Uno se la acercó por la derecha dando vueltas una cadena por el aire, amenazándola con ahogarla. Pero ella aprovechó su fuerza sobrenatural para coger una viga de hierro y lanzársela a la cara justo antes de que le diera con la cadena. El daimon se convirtió en una nube de polvo casi al instante. Katie se giró al percibir el mal humor del primer daimon que la atacó. Llevaba una navaja de tamaño considerable en la mano.
Aquello le pareció divertido.
-Ven con mami, pequeño.
En ese momento, Bill la cogió del cuello, colocando una daga en él.
-Esos malditos inútiles no sirven para nada. Entiendería perfectamente que te hayas podido aburrir mientras te los cargabas. Ni siquiera sé por qué los traje conmigo... Pero da la casualidad de que no todos somos igual de idiotas, preciosa. Así que ya puedes despedirte de todo rápido, porque no pienso perdonarte un solo minuto más de vida.
-Uy, uy... No cantes victoria, que todavía no me has visto enfadada –Mientras que con una mano apretaba el brazo de Bill para hacerle creer que la estaba ahogando, llevó la otra mano a su cinturón, donde guardaba otra daga.
-No juegues con fuego, muñeca.
-Lo mismo te digo.
Y tras decir esto se valió de toda su fuerza para quitársele de encima: le agarró por los brazos y le hizo volar por encima de su cabeza hasta chocar con la pared. El otro daimon, que se había quedado apartado, comenzó a acercarse de nuevo. En el momento en que Katie sacó la daga, se colocó delante de ella para salvar a su amo, pero ella le clavó la daga en el cuello justo antes de lanzarla al corazón de su oponente.
-Mira que te lo he advertido, querido Bil...
Fue entonces cuando aparecieron sus amigos.
-¡Katie! ¿Estás bien? Hemos oído voces aquí fuera...
Contestó el impertinente de John.
-¿Es que estás loca? Un día de estos vas a conseguir que te maten.
-¿Por qué no dejas de tratarme como a maldita una niña pequeña? Sé cuidarme perfectamente sola, ¿vale? No quiero ser un quebradero de cabeza para ti. ¡Así que cuanto antes te olvides de mí, mejor!
Se alejó como un rayo de ellos en dirección al Aston Martín DB9 negro, el último capricho que se había dado.
-Algún día te darás cuenta del error que estás cometiendo al seguir los pasos de tu padre, matando daimons.
Una duda asaltó entonces a James.
-¿Qué es un daimon?
Isabel le dio un codazo y le mandó callar . No estaba la cosa para pararse a preguntar.
Katie siguió andando sin contestar a John.
-Por cierto, ¿te he dicho ya que tu elección conlleva ciertas responsabilidades?
Ella paró en seco, exasperada.
-¿Cómo cuáles?
En ese momento, aparecieron a su alrededor tres grandes nubes blancas de polvo de las que comenzaron a salir daimons.
-Como velar por los humanos. Llévate a James.
Al tiempo que sacaban las pistolas para protegerse, ella subió al coche y arrancó deprisa para recoger a James.
-No te quedes quieto, ¡sube!
Nada más asegurarse de que se había abrochado el cinturón de seguridad, aceleró como si en ello le fuera la vida.

domingo, 10 de abril de 2011

White love

Y entonces la vio. Estaba al lado del ventanal principal, junto a la valla que delimitaba el jardín, mirando la luna. Llevaba puesto el vestido que a él tanto le gustaba, uno blanco que ella siempre complementaba con un cinturón por debajo del pecho que hacía que se ciñera a su cuerpo de cintura para arriba y que dejaba ver un precioso vuelo que hacía parecer sus piernas mucho más largas de lo que ya eran.
Se acercó a ella por su espalda, con sigilo, para que no le viera ni le oyera. Y, una vez situado detrás de ella, la hizo darse la vuelta.
-Hola, preciosa.
Cogió su cara con ambas manos y la besó con una ternura que hizo que ella se enamorara aún más de él.

sábado, 9 de abril de 2011

miércoles, 16 de febrero de 2011

Nada que una buena cerveza no pueda arreglar

Y es que estaba harta. Llevaban días peleando, aunque fuera por tonterías. Y no podía más.
Le miró de reojo, apoyada en la encimera. Él estaba mirando hacia abajo con el ceño fruncido, y se apretaba las sienes.
Torció el gesto antes de sacudir la cabeza y salir por la cocina, pasando por delante de él.
-Voy a dar una vuelta. Vuelvo en un rato.
Él la miró extrañado y la siguió hasta la entrada sin dejar de observar sus movimientos pero sin decir una sola palabra.
Salió de la casa cerrando la puerta tras de sí, se puso el casco y arrancó la moto, para salir después de allí tan rápido como pudo.

No quería pensar, pero era casi inevitable. Así que, de camino a la montaña, se dedicó a repasar todos los acontecimientos ocurridos durante la última semana. Había sucedido todo tan rápido... No entendía cómo podían haberse enfadado mutuamente con tanta facilidad en tan poco tiempo. Cómo podían haber sacado tantos trapos sucios el uno del otro. Y eso que todavía se querían...
Antes de darse cuenta, había llegado a su destino. Miró su moto antes de poner el candado y quitarse el casco. Y en cuanto lo hizo, alguien, que había estado mirándola desde que había aparcado, salió de entre las sombras sorprendido por estar viendo una cara conocida.
Notó que alguien le daba un pequeño golpe en el hombro, así que se giró. Pero se quedó anonadada ante lo que vio.
-Hola.
-Urkel... Hola.
Quién iba a decirle que iba a encontrarse a uno de sus amores adolescentes en un bar de moteros de en medio de la nada...
Él esbozó media sonrisa antes de seguir con la conversación.
-No esperaba verte por aquí.
-Bueno, en realidad, antes solía venir bastante a menudo. Ahora sólo de vez en cuando... -Sobre todo desde que había descubierto que su novio no sentía demasiada fascinación por el mundo del motor, al contrario que ella.
-Entiendo. Me alegro de verte -le tendió la mano, y ella respondió con una sonrisa antes de devolverle el saludo.
-Yo también. ¿Qué tal te va?
-Podría irme mejor, pero no voy a quejarme. ¿Tú qué tal?
Se le escapó una mueca sin querer. En realidad sabía que Urkel era una persona con la que se podía hablar tranquilamente y que daba muy buenos consejos, pero no se atrevió a contarle nada.
-La verdad es que me lo preguntas en un momento en que no voy a darte una buena respuesta...
Él lo pilló al vuelo, tal y como solía hacer.
-¿Necesitas hablar de algo?
-Oh... no, gracias. En realidad... venía a la montaña a despejar la mente un rato.
-Tú lo que necesitas es una copa -lo dijo con una sonrisa incitante que no sólo invitaba a tomar una copa, sino a algo más-. Venga, vamos, yo invito.
Pasó por alto la insinuación de él cuando decidió sonreír irónicamente.
-Eso será si no logro pagar yo antes...
Dicho esto, dio media vuelta y entró en el bar, abriendo las dos puertas a la vez. Y lo primero que vieron sus ojos fue aquella ola de gente conocida que tanto le recordaba a la época en que iba al bar con su padre.
La saludaron todos muy cortésmente y con cariño, y Eustakio, el camarero, la dio un abrazo antes de pedirla que se sentara.
Uno de los amigos de su padre pasó un brazo por los hombros de Urkel, sonriendo.
-Vaya, vaya. Si no viele sola... ¿Es éste el famoso Gabyn?
Ella se acercó a ellos, algo sonrojada.
-No, no.. Gabe se ha quedado en casa. Éste es un viejo amigo de la universidad, Urkel.
El abuelo apartó el brazo ante la notable incomodidad del joven. Aunque sonrió de nuevo mientras sacudía la cabeza.
-Vaya, pues a ver cuándo nos lo traes, que tenemos ganas de conocerlo.