jueves, 9 de diciembre de 2010

B.E.R.J. Parte 1

Caminaba por el pasillo cuando Mercedes me pidió que dejara unos papeles encima de su mesa, así que me encaminé a ello. Pero enseguida me arrepentí de haber accedido.
Nada más abrir la puerta, vi a Elisa haciendo el amor con un chico encima de la mesa. Y cerré de golpe pidiendo perdón.
Pero un instante después volví a abrirla. No podía ser él. Tenía que estar equivocada. Pero no lo estaba, era él.
Se me cayeron los papeles al suelo en cuanto nuestros ojos se encontraron. Y la miré a ella, mi mejor amiga. Y luego a él, mi novio. Y volví a cerrar la puerta, esta vez sin decir nada.
Salí corriendo hacia las escaleras mientras les insultaba en silencio en diez idiomas distintos. Pero iba tan metida en mis pensamientos que me choqué con alguien: Jaime.
-Ay, perdón.
-Rocío, ¿estás bien?
-Pues...
Me detuve. Alguien bajaba deprisa por las escaleras.
-Jaime, ahora tengo un poco de prisa, perdona.
Y volví a alejarme corriendo mientras Borja, que sólo llevaba puestos los pantalones, chocaba de la misma forma que había hecho yo.
-Joder, Borja, tío, ¿qué os pasa hoy a todos?- preguntó Jaime, riendo un poco.
-Ah, Jaime... Oye, ¿has visto a Rocío?
-Pues sí, y parecía nerviosa. En realidad...
-¿Dónde ha ido?- le cortó Borja.
-Eh... Se ha ido por allí.- dijo mientras señalaba hacia su izquierda.
-Vale, ¡gracias!- Y salió corriendo detrás de mí mientras se ponía la camisa de mala forma.
Mientras tanto, yo ya había llegado hasta el ascensorde la galería pequeña.


Elisa fue la siguiente en encontrarse con Jaime.
-¡Jaime! ¿Has visto a Rocío o a Borja?
Él, que se quedó mirando descaradamente la minifalda descolocada y el escote de su blusa mal cerrado, lo comprendió todo al instante. Y se le quitaron de golpe las ganas de sonreír.
-No, vengo de la biblioteca, y no he visto a nadie.- Hizo especial énfasis en la última palabra.
-Mierda... Bueno, gracias.- Se fue deprisa por el lado contrario a la vez que se arreglaba un poco el pelo y se colocaba la ropa.


Jaime corrió en mi busca, y me encontró en la clase, recogiendo mis cosas.
-¡Rocío! Estás aquí. Escucha, he... He visto a Borja, y luego a Elisa, y... Lo siento, de verdad.
-No importa.- Quería salir de allí cuanto antes, así que no podía perder un solo minuto hablando y seguí guardándolo todo.
-Supongo que recoges porque te vas... -asentí con la cabeza.- Bien. Voy a ayudarte a salir de aquí, y también a librarte de estos dos, si lo que no quieres es cruzarte con ellos.
Aquellas palabras me cogieron de improvisto. Pero lo hizo todavía más el hecho de que me abrazara. No me lo esperaba, pero se lo devolví.
-¿En serio? ¿Me cubres las espaldas mientras salimos del colegio?
-Claro.
-Gracias, Jaime. -Dejé escapar un suspiro- Pues vámonos.


Fuimos hasta las escaleras centrales y bajamos hasta la primera planta. Abrimos la puerta que conectaba con el pasillo y Jaime asomó la cabeza, mirando de derecha a izquierda por si había alguien. Y la primera parte no fue mal, conseguimos llegar a la galería. Pero no llegamos ni a la mitad, porque Elisa apareció por detrás. Así que nos metimos en el baño de las niñas.
-Espero que no le entren ganas de hacer pis...-Lo dijo sonriendo, intntando darle la nota de humor al asunto.
-Venga ya... No hables, que nos podría oír...
Una vez se hubo marchado, pudimos llegar a la portería. Pero entonces apareció Borja y tuvimos que escondernos. Nos metimos en el despacho del director.
-Voy a salir a distraerle.
En ese momento vi al director.
-No, espera.
El director me daba clase de gemología y me llevaba bastante bien con él, así que no me importó pedirle aquel favor.
-¡Cristian! -Susurré- ¡Cristian! ¿Puedes hacerme un favor? ¿Puedes distraer a Borja un momento? Te prometo que te lo explicaré todo después. Por favor...
-Rocío, ¿qué estáis haciendo ahí? -Sacudió la cabeza- Tengo cosas muy importantes que hacer...
-Por favor, Cristian, sólo será un momento.
-De acuerdo, pero que sea rápido.
-Gracias, Cristian, de verdad.
Así que, mientras Cristian le pedía a Borja que le acompañara un momento, conseguimos salir del colegio.

Pero Elisa estaba en la puerta. Ella sabía que quería irme de allí.
Jaime se puso tenso.
-Creo que la estoy cogiendo cariño... -dijo irónicamente.
-Yo se lo estoy perdiendo. -Me acerqué como una bala a la puerta con la esperanza de que Elisa se limitara a pedir perdón con la mirada.
Pero no lo hizo.
-Rocío, déjame que te lo explique. No es lo que parece...
-¡CÁLLATE! ¡No me interesa nada de lo que me digas, no me importa lo más mínimo! Has perdido todo el respeto que te tenía, Elisa. Ahora sé con certeza qué clase de persona eres. No quiero volver a saber nada más de ti. Así que déjame en paz.
Jaime me cogió de la mano y nos alejamos de allí.
Como un pájaro enjaulado que no puede salir.
Como un perro atado a un poste y que no puede huir.
Como una mariposa herida que no puede volar.
Como una liebre atrapada que no puede escapar.
Como un avión al que se le ha roto un motor y no puede despegar.
Como una planta tapada que no puede respirar.
En definitiva, como un callejón sin salida...

Y es que necesito salir, necesito escapar. Me siento atrapada, y eso me agobia.
Déjame huir. Déjame ser libre por fin. Y prometo que aprovecharé hasta el último minuto, que me serviré de todos mis alientos para ser feliz y cumplir con mi parte del trato.
Que no estoy hecha para estar encerrada, que encerrada u oprimida no valgo nada.