lunes, 3 de junio de 2013

Una de esas preguntas que no dejarán de martirizarme nunca...

¿¡Por qué no he nacido siendo dibujo animado!? 


Si fuéramos dibujos animados en lugar de personas de carne y hueso la vida sería mucho más fácil, y nuestra mejor arma sería la imaginación. La única pega que le veo es que nosotras, mujeres, tendríamos unas voces de pito capaces de romper todo cristal que se nos pusiera por delante... Vale, eso sería un fallo grande, pero por lo demás...

Empezando por nuestra expresividad facial, ¿no sería divertido ponerse de verdad rojo como un tomate? ¿O que nuestras pupilas se convirtieran en corazones cuando mirásemos a la persona de quien estamos enamorados? O, mejor aún, ¡que saliesen corazones de distintos tamaños de nuestro propio cuerpo cada vez que tocásemos a nuestro amado o amada! 



La vida sería mucho, mucho más divertida. 

Hay quien sueña con ser como las princesas Disney y vivir una vida de cuento. O con conocer a un príncipe azul del que enamorarse y con el que casarse algún día y compartir una vida maravillosa. Y luego vemos todas esas fotos de Internet en las que se junta a todas las princesas Disney habidas y por haber y todo parece mucho más bonito y genial. 


Y la verdad es que sería genial que todo ese mundo fuese real, no solo imaginario. Poder hablar con los animales,  tener la agilidad de un gimnasta profesional sin ni siquiera tener que hacer diariamente ejercicio... Sería genial incluso el ser una sirena y poder viajar a mundos subterráneos sin tener que parar a respirar. Y sigo sin entender por qué nos gusta martirizarnos tanto con el ojalá en lugar de usar toda esa imaginación a nuestro favor. 


"Be the change you want to see in the world", decía Gandhi. "If you can dream it, you can do it", decía Walt Disney. 



domingo, 2 de junio de 2013