domingo, 14 de febrero de 2010

Océana no hay más que una.


Me gusta salir a la terraza del salón, y apoyarme en la barandilla a mirar, simplemente, observar.

Bajo mis pies, la extensa parte de atrás del jardín.

Levanto la mirada, y mis ojos se topan con un paisaje digno de ver, un mar de árboles, frondoso.

En un tercer plano, la Estación. Pequeña de lejos. Enorme de cerca.

Y sobre sus hombros se deja ver el horizonte. Cual manta calentita en un día frío de invierno. Cual madre protectora con sus hijos.

Y todavía más allá... el sol.

No hay comentarios:

Publicar un comentario