sábado, 4 de septiembre de 2010

Have you ever loved somebody so much?

No sé cómo ocurrió, sólo sé que ella estaba allí.
Junto al límite del acantilado, mirando al mar y la puesta de sol, apoyando sus brazos en la barandilla. A su derecha, los niños jugaban en el pequeño parque infantil. A su izquierda, las interminables vistas de la ciudad al borde del mar.
Se había puesto su vestido favorito, tal y como dijo que haría. El sombrero de paja le cubría la mitad de la cabeza, aunque su larga melena dejaba al descubierto los hombros. A su lado había una chaqueta vaquera colgada de la barandilla, ya que por aquellos días ya comenzaba a hacer fresco a últimas horas de la tarde.
Yo observaba la escena con cautela, desde la distancia. Me había puesto la capucha y las gafas de sol a fin de no ser descubierta.
Y en ese momento, le vi llegar. Llevaba los vaqueros negros y la camisa de rayas que prometió ponerse.
En el mismo momento en que él puso un pie sobre el césped, ella se dio la vuelta, lentamente. Y se les escapó una sonrisa a cada uno.
Se limitaron a coger sus cosas y marcharse de allí.
Y yo me quedé en aquel lugar hasta que anocheció. Les ví irse, agarrados de la mano, sonriendo. Eran felices. Por fin. Ahora ya todo estaba bien de nuevo.

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