martes, 10 de agosto de 2010

Viernes por la noche.
Ya no queda nadie, todos se fueron hace rato. Solo queda ella. ¿Qué fue aquello que dijo? Oh, sí. ''No importa, ya todo ha acabado''. Ojalá tenga razón, ojalá todo vuelva a la realidad, tal y como la aseguran.
Comienza a caminar sin rumbo por la orilla, alejándose de la multitud del paseo. Quiere estar sola, no quiere hablar con nadie; necesita pensar. Y es lo que hace. Se deja llevar por sus pensamientos, sin prestar atención hacia dónde se dirige.
Y ahora, sin saber cómo, tiene las piernas caladas. Está en la orilla del mar, descalza, disfrutando de las olas en sus pies y la arena entre sus dedos.
La marea se la lleva hacia dentro. Ya se ha mojado las rodillas, y el pantalón pesa cada vez más. Antes de ser llevada hacia delante un poco más, intenta salir del agua. Tiene que hacerlo cuanto antes, o se la llevará la corriente.
Consigue esquivar algunas algas, pero ha pisado alguna que otra concha sin querer. Se limpia los pies y se pone de nuevo las sandalias.
Es hora de volver a casa.

It's shining on my destiny

Cuando la noche se traga al mar en una batalla que no parece terminar... La luna luchando contra el sol, el día con una herida mortal en apariencia, la noche disfrutando de su victoria... ¡Qué largo atardecer!