martes, 15 de noviembre de 2011

Cómplices de la noche, 1

Esto os va a gustar: este texto lleva escrito desde el 20 de Diciembre del 2010 a las 18:31 de la tarde. Tengo la mala costumbre de apuntar la fecha y la hora en que escribo...

Soy una fiel seguidora de Sherrilyn Kenyon y sus amigos los daimons (demonios). Ahí va la explicación a mi ida de olla. Espero que el texto se entienda... Y sí, soy una friki de los inmortales. ¡Sorpresa!


-Venga, aquí no hay nadie que sea virgen.
Katie le miró mal, y bajó la cabeza.
Se produjo un silencio inesperado. Acababa de meter la pata hasta el fondo. Todos comenzaron a mirarse entre ellos, hasta que Jared comprendió lo que intentaban decirle.
-No puede ser... ¿De verdad no has...?
Isabel se puso roja a la vez que hablaban sus ojos con una inocencia infinita.
-¿Nunca has...? ¿No?
-Anda, vámonos –Katie le cogió del brazo y tiró de él para irse. Pero John les detuvo.
-¿Estás loca? Ahí fuera hay cinco tíos esperando a que salgas para matarte.
Estaba claro que no estaban al tanto de la naturaleza de Katie.
-¿Debería ser eso un obstáculo?
Tras lanzar una mirada de indiferencia, salió por la puerta del despacho y se encaminó hacia la salida del hospital abandonado. Y era cierto. Sentía la presencia de cinco daimons, pero sólo veía a Bill.
-Vaya, vaya. Pero si ha venido mi rubita preferida...
-Sí. A matarte de una vez por todas. Te está permitido gritar como una nena.
Dicho esto, dos de los súbditos de Bill se abalanzaron sobre ella por detrás, pero respondió con una patada giratoria y un codazo en la cara. Sacó la daga de la bota y la lanzó directa al corazón del tercer daimon. Los dos primeros volvieron a atacarla. Uno se la acercó por la derecha dando vueltas una cadena por el aire, amenazándola con ahogarla. Pero ella aprovechó su fuerza sobrenatural para coger una viga de hierro y lanzársela a la cara justo antes de que le diera con la cadena. El daimon se convirtió en una nube de polvo casi al instante. Katie se giró al percibir el mal humor del primer daimon que la atacó. Llevaba una navaja de tamaño considerable en la mano.
Aquello le pareció divertido.
-Ven con mami, pequeño.
En ese momento, Bill la cogió del cuello, colocando una daga en él.
-Esos malditos inútiles no sirven para nada. Entiendería perfectamente que te hayas podido aburrir mientras te los cargabas. Ni siquiera sé por qué los traje conmigo... Pero da la casualidad de que no todos somos igual de idiotas, preciosa. Así que ya puedes despedirte de todo rápido, porque no pienso perdonarte un solo minuto más de vida.
-Uy, uy... No cantes victoria, que todavía no me has visto enfadada –Mientras que con una mano apretaba el brazo de Bill para hacerle creer que la estaba ahogando, llevó la otra mano a su cinturón, donde guardaba otra daga.
-No juegues con fuego, muñeca.
-Lo mismo te digo.
Y tras decir esto se valió de toda su fuerza para quitársele de encima: le agarró por los brazos y le hizo volar por encima de su cabeza hasta chocar con la pared. El otro daimon, que se había quedado apartado, comenzó a acercarse de nuevo. En el momento en que Katie sacó la daga, se colocó delante de ella para salvar a su amo, pero ella le clavó la daga en el cuello justo antes de lanzarla al corazón de su oponente.
-Mira que te lo he advertido, querido Bil...
Fue entonces cuando aparecieron sus amigos.
-¡Katie! ¿Estás bien? Hemos oído voces aquí fuera...
Contestó el impertinente de John.
-¿Es que estás loca? Un día de estos vas a conseguir que te maten.
-¿Por qué no dejas de tratarme como a maldita una niña pequeña? Sé cuidarme perfectamente sola, ¿vale? No quiero ser un quebradero de cabeza para ti. ¡Así que cuanto antes te olvides de mí, mejor!
Se alejó como un rayo de ellos en dirección al Aston Martín DB9 negro, el último capricho que se había dado.
-Algún día te darás cuenta del error que estás cometiendo al seguir los pasos de tu padre, matando daimons.
Una duda asaltó entonces a James.
-¿Qué es un daimon?
Isabel le dio un codazo y le mandó callar . No estaba la cosa para pararse a preguntar.
Katie siguió andando sin contestar a John.
-Por cierto, ¿te he dicho ya que tu elección conlleva ciertas responsabilidades?
Ella paró en seco, exasperada.
-¿Cómo cuáles?
En ese momento, aparecieron a su alrededor tres grandes nubes blancas de polvo de las que comenzaron a salir daimons.
-Como velar por los humanos. Llévate a James.
Al tiempo que sacaban las pistolas para protegerse, ella subió al coche y arrancó deprisa para recoger a James.
-No te quedes quieto, ¡sube!
Nada más asegurarse de que se había abrochado el cinturón de seguridad, aceleró como si en ello le fuera la vida.